“No hay expertos del mañana. La etiqueta de experto es muy sospechosa en un mundo de cambios constantes y acelerados. La destreza del experto se basa en la habilidad y la experiencia del pasado. Lo que importa es la emoción y la pasión por explorar, mientras se mantiene la humildad y la mentalidad de principiante” – John Hagel
Esta interesante cita la encontré en una reseña realizada por un hábil explorador de futuros: Albert Cañigueral, amigo y compañero de viaje en la red Ouishare quien luego de varias investigaciones, observaciones y combinaciones propositivas, publicó su último libro “El trabajo ya no es lo que era”. Los autores de libros y curiosos escritores, conocen muy bien el reto que significa y sus plazos, sin embargo – y podríamos decir – “de manera ágil” los tiempos de confinamiento y paralización se volvieron, en este caso, una oportunidad para concentrarse mejor en el reto. Hoy lectura recomendada, que invita a reflexionar respecto de cómo ha ido cambiando nuestra relación con el trabajo, las transformaciones actuales y los paradigmas emergentes.
Mencionar la palabra transformación, cada vez más presente en nuestro quehacer, el sólo conectar con ella y su significado, nos puede llevar a interpretaciones diversas y quizás vinculadas a nuestras propias historias profesionales, experiencias personales, vivencias, aprendizajes, descubrimientos, quiebres, desafíos y creencias. Sin embargo, por muy diversas que puedan ser estas interpretaciones, el factor común nuevamente es el cambio.
“Los procesos de transformación comienzan y evolucionan en las personas, y solo aquellas organizaciones capaces de aprender a adaptarse al cambio permanente prosperarán en el tiempo» Manuel Cepeda – AgileFactor
Este factor común del cambio, hace un buen rato dejó de ser novedad, incluso ya tenemos evidencia de cómo se ha vuelto persistente, de alta complejidad e incluso en estos últimos 2 años impredecible, ¿no?
En este escenario, me permito invitarlos a indagar y reflexionar respecto de las siguientes preguntas:
Reconocer la importancia de la observación, no penalizar el error, ajustar, hacer pruebas, testeos y combinación de elementos, habilidades y saberes del equipaje, pudiesen contribuir a explorar de manera adaptativa y sembrar principios de Filosofía Ágil en los equipos.
Parte de esa Filosofía Ágil invita a “transformarse para transformar” también a “empezar, aunque no esté todo perfecto” movilizando y desafiando de manera efectiva las formas de hacer idealmente ello en sintonía a los objetivos de la transformación y tomando en cuenta la necesidad de reflexionar de manera continua para mejorar.
La configuración ágil, flexible y en constante entrenamiento de las habilidades contenidas en los “equipajes” de cada explorador (actitud de curioso aprendiz), puede ayudar a interpretar de mejor manera los cambios y su contexto complejo. A la vez contribuye a perder el miedo a equivocarse. Hoy en día se ha vuelto importante no solo conocer “casos de éxito”, también “casos de aprendizaje”, en virtud de promover la adaptabilidad. Aquí destaco 2 elementos que pueden ser interesantes:
“Siempre estoy haciendo lo que no puedo hacer, para poder aprender a hacerlo” – Pablo Picasso
La invitación es a repensar nuestra manera de relacionarnos con los cambios, los trabajos y con la complejidad e incertidumbre asociada, ser “hacedores” con nuestros “inventarios y equipajes” de estudios, formaciones, recursos y a su vez con las oportunidades de experimentar aprendizaje continuo si nos permitimos explorar, crecer allí y desarrollar esas preciadas habilidades.
Mientras más se encuentren en uso e interactúen aquellas habilidades, se complementen con otras personas y equipos, menores serán las posibilidades de que estos inventarios y equipajes queden obsoletos, al contrario, forman parte de un sistema “en beta” y virtuoso en su conjunto que promueve relevar su reciclaje y circulación.
Escrito por Julia Sánchez | Consultora Transformación Cultural | AGILEFACTOR